Hombre que murió por 10 tiros en la cabeza en Guayaquil estaba en una cita con una mujer mayor y quería salirse de la banda los Tiguerones.
El aroma de los cangrejos recién cocidos flotaba en el aire espeso de Sauces 6, en Guayaquil. Era la noche del miércoles 26 de marzo de 2025, y en una mesa apartada, un joven de 23 años aguardaba con ansias el festín marino.
Lo llamaban ‘Pirulino’. Su cita, una mujer de 36 años, se levantó para ir al baño. Él se quedó, sin saber que el destino ya tenía reservado su último bocado.
De la nada, una silueta irrumpió en el local. Chompa blanca, capucha baja, un andar decidido. Un clic metálico quebró la normalidad del cangrejal. Los clientes alzaron la vista. Pero ‘Pirulino’ no tuvo tiempo de reaccionar.
Diez detonaciones, diez disparos que se incrustaron en su cráneo, silenciando su historia en menos de cinco segundos. La figura encapuchada desapareció entre las sombras.
El cuerpo del joven quedó sobre la mesa. Las patas de cangrejo seguían allí, intactas, testigos mudos de un ajuste de cuentas que tenía un mensaje claro.
En el suelo, trece casquillos relucían bajo la luz amarilla del restaurante.
Hombre que murió por tiros en la cabeza en Guayaquil tenía antecedentes
Los rumores se esparcieron más rápido que el sonido de las sirenas policiales. ‘Pirulino’, integrante de los Tiguerones, intentaba salirse del juego.
Vivía en Socio Vivienda, pero había intentado desaparecer, alejarse de un mundo donde la única salida es la muerte. La Policía Nacional confirmó que tenía antecedentes: asociación ilícita en 2021, ocultación de cosas robadas en 2024.
Sin embargo, nada pesa más que la traición en un grupo criminal.
Los familiares lo supieron de inmediato. «Se quería salir, lo querían muerto«, dijeron a la prensa. Y así fue. Lo encontraron en un cangrejal, con una bala por cada intento de escape.
Guayaquil sigue contando cadáveres. Este no es un caso aislado. En lo que va del 2025, la Zona 8 -que abarca Guayaquil, Durán y Samborondón- ya suma más de 870 homicidios.
Las calles han cambiado de dueño, y cada ajuste de cuentas es un recordatorio de quién manda.
En Sauces 6, el cangrejal volvió a abrir al día siguiente. Porque aquí, la vida sigue, incluso cuando la muerte se sienta a cenar.
