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Amalia Damonte, la única mujer que amó el Papa Francisco

Amalia Damonte, mujer a la que Jorge Mario Bergoglio amó y le pidió matrimonio, el amor no correspondido lo convirtió en el Papa Francisco.

Amalia Damonte, la única mujer que amó el Papa Francisco
Amalia Damonte, la única mujer que amó el Papa Francisco. http://44.213.112.5

Antes de que Jorge Mario Bergoglio adoptara el nombre de Papa Francisco y se convirtiera en el líder moral de millones de personas alrededor del mundo, antes de las audiencias en el Vaticano, de las encíclicas, y de los gestos de humildad que marcaron su pontificado, existió un solo amor.

Un amor infantil, puro, y tan profundamente humano que moldeó el curso de toda su vida. Ese amor tenía nombre, Amalia Damonte.

A los doce años, en el barrio porteño de Flores, Jorge se enamoró por primera y última vez. Amalia era su vecina. Jugaban juntos en la calle, compartían conversaciones simples, sueños espontáneos, papelitos escritos con caligrafía tímida.

En una de esas cartas, él fue directo: “Si no te casas conmigo, me hago cura”. No era una frase cualquiera. Era un grito de convicción, un ultimátum disfrazado de amor juvenil. Una promesa.

Amalia contaría décadas más tarde que Jorge le dibujó una casa. “Esta casita es la que te voy a comprar cuando nos casemos”, escribió. Tenía apenas 12 años, pero ya hablaba de futuro, de familia, de compromiso. Esa era su forma de amar, con todo.

Sin embargo, el enamoramiento se vio interrumpido. Los padres de Amalia, al descubrir esa correspondencia entre sus hijos, reaccionaron con firmeza.

Le prohibieron seguir viéndolo. La relación quedó truncada, no por desinterés, sino por imposición. Ella cumplió la orden. Él cumplió su palabra.

Una promesa que marcó la vocación del Papa Francisco

La historia pudo haber sido una anécdota más de juventud. Pero en el caso de Jorge Mario Bergoglio, esa experiencia se convirtió en semilla.

El rechazo no lo quebró, lo transformó. El joven que quería casarse se convirtió en el joven que buscaba sentido. El amor frustrado no fue un final, sino el origen de una vocación que lo llevaría, años después, al corazón del Vaticano.

Ingresó al seminario, se hizo jesuita. Se consagró sacerdote. Fue arzobispo de Buenos Aires. Y en 2013, fue elegido Papa. El primero del hemisferio sur, el primero en llamarse Francisco, en honor al santo de la humildad, la pobreza y la entrega total.

Amalia Damonte, la mujer que amó el Papa Francisco contó su historia

Amalia Damonte nunca buscó cámaras ni protagonismo. Fue ella quien, tras la elección de su viejo amigo como Sumo Pontífice, relató públicamente aquella historia. Lo hizo con una mezcla de ternura, pudor y asombro. Dijo que no estaba enamorada, porque a esa edad no sabía lo que era el amor.

Pero reconoció que lo que compartieron fue real. “Jorge era una maravilla de muchacho. Tenía un gran corazón. Éramos muy humildes, y amábamos a los pobres”, contó.

Tal vez por eso él nunca volvió a amar a nadie más. Porque en esa etapa de la vida donde todo se siente más puro, encontró en Amalia algo irrepetible. No fue una historia de pasión, fue una historia de determinación. El tipo de amor que no se vive dos veces.

El Papa Francisco murió el lunes 21 de abril

Francisco falleció el 21 de abril de 2025 a los 88 años. Su legado espiritual, ético y político será debatido durante años.

Pero hay un detalle que no figura en los libros de historia, ni en los informes vaticanos, ni en los documentos oficiales, su vocación nació de una carta, de un dibujo, de una promesa rota.

En un mundo donde las biografías de los grandes líderes se construyen con discursos y eventos, la de Francisco incluye una confesión simple y definitiva: “Si no te casas conmigo, me hago cura”.

Amalia Damonte fue la única mujer que lo amó en su forma más terrenal. Y él, fiel a esa herida transformada en misión, se hizo cura. Y luego, Papa.

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